Espíritu navideño

Esta mañana me encuentro con que la sociedad actual es una de las más agresivas de la historia. Disputas, enfrentamientos, guerra, muerte, destrucción. Son palabras que nos encontramos continuamente en periódicos y telediarios.

¡Hoy es Navidad! ¡Quiero cambiar el mundo! Pero, ¿cómo?

No es tan complicado. En realidad basta con que cumplamos con nuestro deber como personas humanas que somos, realizando buenas acciones y dando ejemplo a los demás. Mejorando nuestros pequeños mundos particulares podemos mejorar todo el mundo. Vicente Ferrer, en su libro El encuentro con la realidad nos lo explica así:

¿Qué deber tengo en este mundo?

«Transformar la sociedad en Humanidad.»

[...]

El hombre tiene el deber de hacerlo todo más humano. Esta transformación tiene que empezar en el individuo, y llegar a abrazar a la sociedad entera: la familia, las relaciones personales y laborales, las escuelas, los institutos y las universidades, los hospitales, las empresas, los científicos, los gobiernos y las naciones.

[...]

Los hechos nos demuestran que todavía no somos completamente humanos. Día a día, al leer el el periódico comprobamos que aún estamos lejos de la perfección humana que podemos alcanzar en este mundo.

Pero ¿hay algún retrato donde podamos ver cómo es un ser humano de verdad? Si cierras los ojos y escuchas lo que tu corazón te dice, la luz de tu alma, verás un ser humano como tú debes tratar de ser.

A gran escala, la inhumanidad de nuestra sociedad se pone de manifiesto en las guerras, las injusticias, los crímenes, los maltratos y la explotación laboral adulta e infantil. Y, sin duda, en la pobreza y miseria, la peor de las enfermedades de esta sociedad, representada por millones y millones de personas condenadas a una vida «infrahumana», llena de dificultades y sufrimientos.

El mundo reclama nuestra intervención, la acción por los que padecen. Hay multitud de causas que piden a gritos nuestra ayuda. Es indispensable que, en la medida en que nos sea posible, nos impliquemos en esta historia. Tenemos que ser miembros activos de esta sociedad, empujarla para que progrese humanamente. Con esto no estoy diciendo que el mundo entero tenga que dejarlo todo para convertirse en misionero o cooperante. Es más sencillo que todo eso: en tu propia ciudad, en tu mismo barrio seguro que hay una asociación o colectivo social que necesita ayuda en forma de trabajo o recursos. La acción buena por los demás debe ser compañera de nuestra vida ordinaria.

Todos tenemos que aportar nuestro esfuerzo en este largo camino de borrar de nuestra sociedad todos los restos de inhumanidad que aún quedan en todos los niveles y dimensiones humanas.

Por un mundo mejor. Feliz Navidad a todos.